⭐ De mala a favorita: por qué tu cerebro termina amando canciones que al inicio odiabas
- Victor Moncada Tres Palacios

- hace 6 días
- 12 Min. de lectura

¿No te ha pasado que escuchas una canción nueva y dices: “¿Qué es esta porquería?”, pero después de unos días ya la estás tarareando o hasta la buscas en Spotify? No eres tú… es tu cerebro, y también es la manera en que los medios y las redes deciden qué música se convierte en tendencia. Aunque a muchos nos parezca que la música actual es muy simple o vacía, la realidad es que está diseñada para pegarse, repetirse y quedarse, incluso si al principio la rechazamos.
Lo que hace que una canción “mala” se vuelva popular no es la calidad, sino la forma en que funciona la mente humana y cómo las plataformas moldean lo que consumimos todos los días.
Para entender por qué pasa esto, vale la pena revisar algunas teorías de la comunicación que normalmente se explican en las universidades… pero aquí quiero aplicarlas a la música, que es donde realmente las veo funcionar todos los días como DJ. Te lo voy a explicar sin complicaciones, de forma sencilla y desde la experiencia, para que cualquier persona entienda por qué nuestro cerebro adopta canciones que al inicio rechazó.
1. La repetición: el truco más viejo y más efectivo
El fenómeno psicológico más famoso que explica por qué una canción “mala” termina pegándose es el Efecto de Exposición Repetida, descubierto por el psicólogo Robert Zajonc (1968). Él demostró que mientras más veces escuchas algo —lo que sea— más probable es que te guste, incluso si al principio te parecía incómodo, molesto o absurdo. Nuestro cerebro funciona así: prefiere lo familiar, no lo mejor.
Y aquí te hablo como DJ con años de experiencia: esto pasa en la vida real.
Te pongo un ejemplo clarísimo. Cuando salió “El Sonidito” de Banda Los Hechiceros, la primera vez que la escuché fue casi como una broma su éxito o popularidad. Recuerdo perfectamente que pensé:"¿Qué es esto? ¿Cómo voy a poner esto en una fiesta?" Era repetitiva, simple y molesta.
Pero luego vino lo inevitable:
la escuchabas en los camiones,
en las tiendas,
en los XV años,
en los altavoces del mercado,
en reuniones familiares,
y hasta los niños la bailaban.
La repetición diaria hizo lo suyo. Cuando me di cuenta, ya no era “esa canción de moda y molesta”, sino una necesidad en las fiestas.
Y aquí entra la parte interesante del fenómeno:
No solo yo me acostumbré. La audiencia también.
La gente empezó a esperarla. Se volvió una especie de “ritual” en ciertos momentos del baile para las fiestas de la Ciudad de Puebla. Y después de más de una década, te lo digo honestamente: la sigo tocando.
No porque sea musicalmente superior. No porque tenga arreglos profundos. No porque sea una joya técnica. Sino porque la repetición la convirtió en un clásico moderno dentro de su nicho. Y si no la pones, la gente lo siente. Hasta parece que falta algo… como romper una costumbre inconsciente.
Entonces ahí está la prueba vivita y coleando: una canción que técnicamente no destaca, pero que "gracias a su repetición" se convirtió en un éxito que la gente pide y baila, incluso si nunca han razonado por qué.
2. Agenda Setting: los medios deciden qué música “merece” tu atención
La teoría de Agenda Setting, propuesta por McCombs y Shaw (1972), dice que los medios no te dicen qué pensar, pero sí te dicen de qué hablar. Es decir, los temas que más aparecen en tu entorno se convierten en los temas que consideras importantes, aunque tú no los hayas elegido conscientemente.
En música, esta teoría se ve clarísima.
No necesitas buscar una canción para que termine en tu cabeza. Los medios modernos y más todavía las redes sociales te la ponen enfrente sin que la pidas. Hoy no es la radio quien dicta las tendencias. Son TikTok, Spotify, YouTube, Instagram y hasta Facebook.
Y aquí viene lo interesante: cuando todos los medios empujan la misma canción, la conversación colectiva gira en torno a ella, te guste o no.
Para explicarlo mejor, déjame ponerte un ejemplo real como DJ.
“Ella Baila Sola”: un caso moderno de Agenda Setting en acción
Cuando salió “Ella Baila Sola” de Peso Pluma y Eslabón Armado, muchos DJs —igual que tú y yo— la escuchamos y pensamos:"Ok, no voy a tocar eso"
Pero la canción explotó porque:
aparecía en todos los TikToks
sonaba en los bares
la incluían en playlists
la radio empezó a tocarla por presión social
se volvía meme, trend, baile, transición, lo que fuera.
Y cuando algo aparece en todos lados, el público lo interpreta como importante. Eso es exactamente Agenda Setting.
A la gente no le están diciendo:“Esta canción te tiene que gustar”.
Lo que le están diciendo es: “Esta es la canción de la que todo mundo está hablando”.
Y cuando un tema se vuelve parte de la conversación colectiva, el cerebro lo acepta como relevante. Aunque tú como DJ pienses que es demasiado simple, o que no aporta nada musicalmente nuevo, la gente lo adoptó porque “era lo que estaba sonando”.
3. Aguja Hipodérmica: canciones hechas para pegar directo al cerebro
La teoría de la Aguja Hipodérmica, propuesta por Harold Lasswell (1927), explica que algunos mensajes entran directo al cerebro sin pasar por un análisis profundo. En música, este fenómeno es clarísimo: hay canciones que, aunque no sean complejas ni profundas, provocan una reacción inmediata en la gente. Funcionan como un estímulo directo, casi automático.
Y aquí entra un ejemplo moderno más preciso: Bad Bunny.
Por qué Bad Bunny funciona como un “mensaje directo” para las masas
Muchas de sus canciones tienen estructuras muy simples, letras repetitivas y mensajes emocionales inmediatos. No necesitan una historia elaborada ni arreglos musicales profundos: entran directo al estado emocional de quien las escucha.
Piensa en un tema como "Tití Me Preguntó" o “Yo Perreo Sola”.
A primera escucha, incluso puedes decir:"Esto es demasiado repetitivo""Musicalmente no tiene gran cosa"
Pero ahí está la clave: la canción no busca ser una obra maestra… busca provocar una reacción emocional instantánea.
Y cuando estás en una fiesta donde la gente ya está relajada, animada y muchos han tomado alcohol esas canciones funcionan como disparadores directos. No hay debate interno. No hay análisis. No hay razonamiento musical.
Simplemente activan un comportamiento:
se levantan
bailan
gritan
hacen coro
ríen
y dejan que la atmósfera fluya.
Eso es exactamente lo que plantea la teoría: un mensaje que entra directo al estado emocional y provoca una respuesta sin filtros.
La música de Bad Bunny normaliza una forma de vida y de fiesta
Algo interesante es que varias canciones presentan estilos de vida, actitudes y emociones que no representan a toda la población, pero aun así terminan siendo aceptadas como parte del ambiente colectivo: la vida nocturna, el perreo, el desahogo emocional, los excesos, la rebeldía.
Aunque no todos viven así, todos pueden conectarse con la idea, porque el mensaje está construido para eso: es simple, emocional y repetitivo.
Como DJ, lo ves clarísimo
Cuando en una fiesta suena Bad Bunny, el público responde sin pensarlo. La canción no necesita una introducción larga ni un contexto especial. Lo que provoca es instantáneo.
Esto no es casualidad: sus canciones están diseñadas para funcionar como estímulos rápidos, exactamente como lo explica la Aguja Hipodérmica.
No es calidad musical. Es ingeniería emocional.
4. Espiral del Silencio: “si a todos les gusta… A MÍ también”
La teoría de la Espiral del Silencio, propuesta por Elisabeth Noelle-Neumann (1974), explica que las personas suelen callar o modificar su opinión cuando sienten que forman parte de una minoría. El miedo a quedar fuera del grupo social las lleva a adaptarse al comportamiento colectivo, aun si no están del todo convencidas.
Y esto se ve clarísimo en las fiestas… especialmente con dos canciones que todos conocemos:
“Payaso de Rodeo” y “No Rompas Más” de Caballo Dorado.
Nadie las pone en su casa… pero todos las bailan en la fiesta
Si tú le preguntas a las personas en privado si escuchan esas canciones en su playlist personal, la mayoría te dirá que no. No las agregan a Spotify. No las reproducen en su auto. No las ponen mientras estudian o trabajan.
Y aun así, en una fiesta, todos se levantan a bailarlas.
¿Por qué?
Porque estas canciones ya son parte de un ritual social. NO es gusto individual… es experiencia colectiva.
El miedo a quedar fuera del grupo activa la Espiral del Silencio
Si tú estás en una boda o en unos XV, y de pronto suena Payaso de Rodeo, ves que:
20 personas se levantan,
10 más corren a la pista,
otros 15 empiezan a acomodarse,
y pronto ya hay 50 haciendo la coreografía.
¿Y tú qué haces? Te paras.
¿Por qué? Porque no quieres ser el único que se queda sentado sin participar. Te sentirías desconectado del grupo. Fuera de la vibra. Como si no pertenecieras.
Aunque no sea tu canción favorita, te sumas para no quedar aislado. Eso es exactamente lo que plantea Noelle-Neumann: la presión del grupo aplasta la opinión individual.
La coreografía crea contagio emocional (y entran las neuronas espejo)
Estas canciones funcionan también porque activan algo muy humano: las neuronas espejo, que se encargan de imitar comportamientos que vemos en otras personas.
Cuando ves a muchas personas haciendo la misma coreografía:
unas lo hacen bien
otras lo hacen mal
otras lo hacen de broma
pero todas están riendo
tu cerebro interpreta que es seguro unirte. Te contagia la energía. Te arrastra la vibra.
Y aunque en tu casa jamás pondrías “Caballo Dorado”, en una fiesta tu cerebro reacciona a la emoción grupal, no a tu playlist personal.
Es un hábito cultural tan fuerte que es casi imposible romperlo
La razón por la que estas canciones se siguen tocando década tras década es simple: la gente las espera. Son parte del “protocolo no escrito” de las fiestas mexicanas.
Aunque algunos las bailen con flojera, aunque otros digan “otra vez la misma”, aunque varios piensen que ya están quemadas…cuando llega el momento, todos terminan en la pista.
No porque lo hayan elegido conscientemente, sino porque es lo que el ambiente dicta.
La música se vuelve costumbre, y la costumbre se vuelve identidad.
5. Framing: no es la canción… es cómo te la presentan
La teoría del Framing (o “Enmarcación”), propuesta por Erving Goffman (1974), explica que los medios y las industrias no solo muestran información: la acomodan, la adornan y la enmarcan de tal forma que tu cerebro interpreta el mensaje justo como ellos quieren.
La música moderna funciona exactamente así. No siempre es la canción lo que te convence…sino la historia que la envuelve.
Cómo la industria “enmarca” una canción para que parezca más valiosa
Antes de que escuches un nuevo tema, ya viste:
al artista en un carro de lujo
colaboraciones con influencers
millones de vistas
reacciones en YouTube
campañas de marketing
fotos profesionales
titulares diciendo que “la está rompiendo”.
Todo eso crea un marco emocional que te prepara para escuchar la canción con una actitud positiva.
Tu cerebro no entra “en blanco”. Entra influenciado.
Y aquí sucede algo muy poderoso: si el marco es fuerte, la canción suena mejor. Aunque no lo sea realmente.
Ejemplo moderno: cómo logran que una canción promedio parezca un himno
Un artista lanza una canción nueva que, musicalmente hablando, es básica:
misma estructura que todas
misma progresión armónica
letra genérica
beat reciclado
Pero alrededor de esa canción hay una historia:
“la canción que cambiará el verano”
“el regreso más esperado”
“el hit que nadie esperaba”.
Luego ves a artistas famosos grabándose bailándola, influencers repitiendo el mismo audio, microvideos que solo muestran la parte más pegajosa y titulares diciendo que ya rompió récords.
Y aquí pasa lo más importante: tu cerebro empieza a asumir que esa canción ya es buena, incluso antes de analizarla. Eso es Framing puro.
Cómo pasa en la vida real de un DJ
A ti como DJ te ha pasado mil veces: te piden una canción nueva que tú escuchaste en la semana y honestamente pensaste:
"Está demasiado simple""No está buena""Esto no es música"
Pero cuando la pones en el evento, la gente:
grita
corea
la baila
la disfruta
la siente como “un estreno importante”.
¿Por qué reaccionan así?
Porque todo el marketing previo ya hizo su trabajo. La canción llega acompañada de un aura de importancia, de moda, de novedad, de estatus.
La gente no escucha solo el sonido. Escucha también el “marco” mental que se construyó alrededor.
Y como tú eres el DJ, eres parte de esa narrativa: cuando tú la pones, el público siente que “es la canción del momento”, aunque en el fondo no sea sobresaliente.
Lo más fuerte del Framing es que funciona aunque la canción sea mediocre
Un beat sencillo puede sonar “caro” si lo acompañas con:
un videoclip de millones
un artista vestido con marca
tomas cinematográficas
coches lujosos
visuales en tendencia
frases aspiracionales
La gente no solo escucha música: consume historias. Y si la historia es poderosa, la canción se vuelve viral.
6. Teoría del Cultivo: cuando lo que ves todos los días se convierte en tu realidad
La Teoría del Cultivo, desarrollada por George Gerbner, explica que cuando una persona está expuesta de forma constante al mismo tipo de contenido, comienza a creer que esa es la realidad dominante, aunque no sea representativa de todo el mundo. Es decir; tus percepciones se moldean por repetición visual y auditiva, no por análisis.
En música, esto es FUNDAMENTAL. La industria no necesita convencerte con argumentos… solo necesita repetirte lo mismo una y otra vez hasta que tu cerebro lo normaliza.
Así funciona hoy: si TikTok te muestra 30 videos con la misma canción… asume que todo México la escucha
Aunque solamente el 5% de la población esté usando un audio viral, si tú lo ves constantemente en tus redes, tu mente asume:
“Todo mundo lo baila”
“Todo mundo lo canta”
“Todo mundo lo pide”
“Todo mundo lo conoce”
Ese efecto es tan fuerte que te hace creer que la canción es un fenómeno masivo… aunque en la realidad no tenga ni 1000 reproducciones.
La percepción supera a la realidad.
Eso es exactamente cultivo: lo repetido se vuelve verdad emocional, aunque no sea verdad estadística.
Ejemplo claro: canciones que “todo mundo pide”… pero solo porque las redes las sembraron
Seguro te ha pasado como DJ lo siguiente:
Te llega un cliente y te dice:"Oye, pon esa canción que está de moda, la escucho por todos lados."
Pero tú revisas tus estadísticas de pista, tus listas, tus eventos…y te das cuenta de que NO la piden tanto, o que ni siquiera prende tanto en vivo.
Entonces… ¿por qué la gente cree que es un fenómeno real?
Porque la han visto tantas veces en:
TikTok
reels
shorts
memes
trends
historias
challenges
playlists automatizadas
que su cerebro piensa que “todos la escuchan”.
No es gusto real. Es percepción cultivada.
El cultivo crea un “sentido común musical” que no es real
La Teoría del Cultivo dice que las personas forman un sentido común basado en sus medios, no en su entorno real.
Por eso la gente cree cosas como:
“Si no pongo esta canción, la fiesta no va a prender”
“Todos mis amigos escuchan esto”
“Es el hit número uno”
“Lo están tocando en todas las fiestas”
Aunque tú como DJ sabes que muchas de esas afirmaciones son falsas.
Pero a fuerza de repetirlo en redes, la gente lo adopta como realidad.
Y aquí está lo más poderoso: el cerebro confunde exposición con importancia
Gerbner decía que lo que aparece mucho en pantalla parece más relevante de lo que realmente es.
En música eso significa que una canción puede sentirse “buena” solo por su presencia constante en redes.
Tu cerebro no evalúa calidad…evalúa frecuencia.
Y cuando algo se vuelve parte del ambiente, lo aceptas como normal.
Al final de todo este análisis, lo que realmente entendemos es que la música que domina hoy no es un accidente ni un misterio. La gente no termina amando una canción porque sea buena en términos musicales, sino porque nuestro cerebro, las dinámicas sociales y la industria trabajan juntos —consciente o inconscientemente— para empujar ciertos sonidos hacia el centro de nuestra vida diaria. La repetición crea familiaridad; las plataformas deciden qué temas pondrán sobre la mesa; las masas establecen lo que es socialmente aceptado; las historias que rodean a un artista modulan cómo interpretamos su música; y la exposición constante termina convirtiendo lo común en “normal”.
Por eso algunos artistas se vuelven gigantes en cuestión de semanas: no solo por su talento, sino por el marco, el discurso y la intención detrás de su difusión. La industria musical, como cualquier otra industria cultural, no opera al azar: se mueve con propósitos, audiencias objetivo, intereses económicos y tendencias emocionales que buscan provocar una respuesta colectiva. Y también por eso, quienes no encajan con esa narrativa dominante terminan con menor visibilidad, no porque sean peores, sino porque no sirven al mensaje que se quiere amplificar en ese momento.
Lo que escuchamos es el resultado de mecanismos que existen desde antes de las redes sociales y que seguirán existiendo mucho después. La música cambia, las plataformas cambian, pero la forma en que nuestro cerebro responde a lo repetido, lo socialmente validado y lo emocionalmente inmediato… ¡Seguirá siendo!
— Víctor Moncada, DJ Profesional y creador de contenido con sede en la Ciudad de Puebla, conocido por su nombre artístico "Sonido Vampiro". Especializado en eventos familiares donde promueve un ambiente seguro y divertido, libre de letras y géneros inapropiados para todas las edades.
⭐ REFERENCIAS:
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